24 de marzo de 2013

● Anatomía de un satélite ● ●



Mamá encapsulada© Eve Alcalá


Cuando inicié esta búsqueda sabía que el naufragio era una posibilidad. Lo único de lo que ahora soy consciente es de mi gran necesidad por comprender qué nos pasó.

Mi padre no ha muerto. Sin embargo, siempre he tenido la sensación de que está ausente. Es un ingeniero electrónico mecánico, orgullosamente PUMA, un hombre metódico, lógico y adicto a los manuales con instrucciones precisas. Posee la manía de conservar ciertos objetos. Reliquias las llamaría yo. Arturo encapsula los vestigios de hechos pasados. Guarda su memoria a través de estos objetos que resguardan sus recuerdos.

Tuve el atrevimiento de hurgar en su memoria extraíble. He tomado sus reliquias mientras él está con vida porque creo que cuando el dueño de objetos con valor sentimental muere, éstos, adquieren otro significado. Sus cápsulas del tiempo han tomado vida. Me encuentro trazando la anatomía de un satélite. Mi padre, quien a la vez está y no está. Ahora cobra vida a través de su archivo. Él, aun no lo sabe.

He decidido continuar este viaje sin saber a dónde llegaré con exactitud; la garantía de reconciliación no está dada. Estoy convencida de que soy una obsesa de la memoria y de que sólo se puede conocer un poco más a otro ser humano en la medida en que él se quiera dar a conocer (ya lo dijo Auster mientras emprendió su búsqueda en La invención de la soledad). A pesar de la relación fría y distante que mantengo con mi satélite, sé que sus vestigios son una llave para abrir, recuperar, deconstruir, y reconstruir las puertas que atesoran un pedacito de nuestra historia. Es un reclamo. Un reclamo para entrar en la órbita que me quitaron.