27 de diciembre de 2011

K.O.


Fuego artificial natural. Central Park, NYC, noviembre 2011. 

Después de cuatro días de total encierro hoy por fin pude sentir de nueva cuenta los rayitos del sol en mi rostro, es una sensación que me gusta experimentar cada vez que me levanto; siempre me han agradado las gotitas de felicidad brindadas por esa estrella regordeta y dorada. Tanta “celebrancia”, bailada, “chevechada” y abundancia me pasaron factura. Estos 27 me están sabiendo a gloria, y juro que a principios de febrero, Eve era, simplemente anti-eve.

Yo había recibido un contundente KO. Todo era negro, nada estaba donde se supone debía estar, y definitivamente nada se sentía igual. Un maldito terremoto me había sacudido por dentro. Tengo que admitirlo, un hermoso knock out para afrontar el 2011. Del mismo púgil había recibido algunos buenos ganchos, había hecho todo lo posible para esquivarlos, sin éxito alguno, claro está.
El Ramón, el Ramoncito, el Ramuas, el incondicional, la nalga de oro, el negro, el castor, muchos apodos tuvo él, bien merecidos cada uno de ellos. Este feroz luchador me había lanzado unas buenas señales dentro y fuera del cuadrilátero, pero las dejé pasar, claritas las vi, y las dejé pasar.
Hace diez meses le preguntaba a mi amá (como hacen los niños asustados ante la incertidumbre) ¿cómo vuelven a sonreír? ¿cómo desaparece este dolor del pecho? ¿cómo?
Hoy, mientras saboreo un té negro bien calientito, recuerdo las palabras de mi jefa “El tiempo te dará las respuestas” sus 52 años le dan la experiencia y toda la razón. Todo a mi alrededor me ha permitido comprobarme finalmente sanada. El dolor se diluyó hace algún tiempo, los hoyuelos de mis cachetes regordetes se asoman constantemente, mi coeur, core, heart, corazón (como diría mi Anu) no tiene cochambre de púgiles pasados, la herida ha cicatrizado, aunque uno nunca vuelve a ser el mismo. Justo en noviembre, mientras volaba sobre grandes pompones blancos rumbo a Nueva York, leía de nueva cuenta a Marguerite Duras y comprendí mejor la siguiente frase: “El silencio comienza con un espaciamiento de los tiempos…” Qué bien me cayó el espesor del tiempo y la distancia.

Me gusta esta Eve, y no me asusta lo (o el) que se me ponga en frente, por lo menos no por ahora. Acabar un año chingón para empezar un 2012...que se se vislumbra bombástico.

*La rolita que acompaña este post fue la chanson (una de mis grupos favoritos, insisto, nací en la época equivocada) que compartimos por largo rato el púgil que fue parte de mi vida. Me da gusto, seguirla resignificando*

14 de diciembre de 2011

Diminuta


“¡Hay tantas cosas que hacer, tantas cosas por escribir! Cuánto se necesita, incluso para empezar a dar cuenta de todo sin los frenos distorsionadores y los cuelgues como esas inhibiciones literarias y los miedos gramaticales…”
Jack Kerouac, On the Road.


La experiencia no tiene reglas que la ordenan. Todo lo que voy a escribir aquí es la forma de narrarme y asumirme, y lo hago por el simple gusto de compartirme y a la vez entenderme.  Y sí, todavía hay tanto por probar, descubrir, encontrar, conocer, aprehender, tantas balas por disparar. ¿Bajo algún estilo? La asociación libre, sin censura; ése es, y será, mi género literario favorito. 



Sé que un viaje, un amor (tal vez dos), un accidente, un baile, una nube rosa, dulce y esponjosa, todo ello, me va formando. 


 MET Museum, NYC, Noviembre 2011.


Piso 86, Empire State:
-N: Look at the people down there.
-E: mmm. . .I don´t see any people…


Mi última toma de distancia, donde los tiempos pasaron rápido me hicieron sentir, abrumadoramente, diminuta.
Nueva York es un monstruo, uno enorme, magnífico, polifacético, hipnotizante; fácilmente puede seducirte y tragarte de un solo bocado. Al cabo de seis días (no es de extrañarse) uno marcha a su ritmo, sí, la Isla tiene uno único, y acelerado.
Las Niuyors y su gente son imparables, electrizantes, en realidad la diversidad de personajes me parecieron agotadoramente temibles. El choque y fusión de culturas es bárbaro, literal; en ella coexisten ecuatorianos, italianos, libaneses, chinos, mexicanos, la lista sería interminable. Creo que justo eso puede definir a la Isla, Nueva York da la impresión de ser perpetua, un sitio en constante expansión e innovación, sí, es un pedacito de tierra mágica, sin límites.
Inevitable no mantener un romance a larga distancia con sus paisajes, sus flujos de luces fluorescentes y sus excéntricos habitantes.